Seguidores

lunes, 25 de febrero de 2013

Champagne para todos




        Para Hitchcock, ese fue el peor film de su autoría. Dijo que alguien sugirió una película con el título de Champagne y enseguida imaginó un guión pasado de moda, pero que recordaba un poco el viejo film norteamericano de Griffith (Way down east): la historia de una joven que se muda hacia la gran ciudad.

        Su primer idea fue la de mostrar a una muchacha que trabajaba en la ciudad francesa de Reims, la capital del champagne, clavando las cajas del espumante y viendo cómo eran transportadas en tren sin nunca haberlo probado siquiera. La haría acompañar el trayecto del champagne: iría a las boates, trasnocharía, bebería y al final regresaría a su ciudad natal, donde retomaría su trabajo y ya no tendría ganas de tomar esa bebida. Según el propio Hitchcock, abandonó la idea por su aspecto demasiado moralista.




        La historia al final filmada es la de Betty, hija mimada y rebelde de Mark, un empresario millonario del ramo de los vinos, que, sin la autorización paterna, cruza el océano en un hidroavión para encontrarse con el novio que está a bordo de un barco en pleno Atlántico rumbo a París. Su padre desaprueba el noviazgo alegando que el joven está interesado únicamente en la fortuna de la familia y, conociendo a si hija, le pide a un amigo que la vigile.

     Ante la insistencia de Betty, Mark planifica su propia quiebra con la finalidad de ahuyentar al muchacho. El noviazgo se rompe, pero no por la ruina fingida, sino porque el muchacho no acepta la conducta tan independiente y snob de ella, lo que termina haciendo que Betty crea en la teoría paterna. A pesar de todo, Betty trata de adaptarse a la nueva situación: cuida del padre y del minúsculo departamento donde van a vivir, empieza a cocinar y consigue un empleo de florista en un cabaret de lujo.




        El amigo de Mark finge ser un cliente del cabaret para continuar vigilándola. Sentado a una mesa y observando a la joven le pide un trago: Maiden’s prayer cocktail.  Es como si él estuviera bebiendo y rezando por la protección de la muchacha que se encargó de cuidar.
Indignado con su trabajo en un lugar “indecente”, el viejo novio busca a Mark, quien, también sorprendido, confiesa que mintió sobra la pérdida de su fortuna, sobre el amigo que la vigila y termina por aprobar el casamiento.

       Champagne no fue bien recibida en su estreno a pesar de contar con un elenco muy popular. La producción era rica, con un presupuesto razonable para los padrones de la época: varias escenas dentro de un barco y trajes lujosos en las escenas de los grandes salones.





      Por otro lado, no podemos ignorar las inventivas visuales de Alfred Hitchcock: primerísimos planos de la botella de espumando abriéndose; las escenas vistas a través de la copa al comienzo y al final; la secuencia del barco donde utiliza el movimiento de la cámara para simular el balanceo y transmitir la idea del mareo; y el encuadre únicamente en las piernas en una escena en la que Betty es asaltada en la calle.





      Con relación al alimento como elemento dramático, resulta una de las películas más ricas en la etapa muda de Hitchcock. Empezando por el título, Champagne, que aún hoy es sinónimo de sofisticación y lujo. Se trata de una bebida festiva, como la vida que llevaba Betty.




       En el restaurante del barco, la mesa montada parece las de Antonin Carême, el cocinero de los reyes franceses. Con ese montaje simétrico, el movimiento de la cámara sacando todo del eje, hace con que el espectador tenga la sensación del balanceo del barco.





Cuando llegan a paris, la ciudad es una fiesta. Estamos aún en los años 20 y con la ley seca en los Estados Unidos aparecen las mezclas de bebidas: es el auge de la coctelería. Y Betty, como joven bien independiente, prepara sus propios tragos.





        Pese a los intentos, la joven se muestra inútil dado que no consigue preparar ni un plato de comida “decente” para su padre. En el primer intento ella coloca la comida a la mesa y sirve a Mark con mucho orgullo, quien, cuando ve la feta de carne, termina rechazando. Luego Betty sirve los panes que también había horneado. Aparentemente están buenos, brillantes, con buen aspecto. Él padre, sin creer que ella los haya hecho acepta, pero cuando quiere cortarlos no consigue, trata de morderlos pera tampoco logra. Al final desiste y dice: “No tengo hambre hoy”. Sale y la deja sola.





En ese instante, Hitchcock pasa del plano de la carne preparada por Betty para una mesa con mantel de lino, cubiertos y fuentes de plata, copas de cristal, champagne y alguien terminando de comer. Abre el cuadro y se trata del padre de Betty que, al rehusar comer lo cocinado por su hija fue a satisfacer su apetito en un restaurante de los que estaba acostumbrado. Este contrapunto refuerza la idea de pobreza y riqueza que el director quiso dejar bien en claro a lo largo de la narrativa.





En otro momento, el más cómico del film, y además muy utilizado posteriormente en películas y series, existe un contrapunto entre la cocina y el salón del restaurante del cabaret donde Betty trabaja. En ese local de lujo, el maitre recibe a los clientes y describe, con mucha formalidad, los platos del menú para una pareja. Hitchcock hace un corte hacia la cocina, que muestra a un cocinero con el delantal sucio, partiendo un pollo con las manos. Llega un mozo con una cestilla de panes vacío y el cocinero deja el pollo, toma unos panes con las mismas manos y los arroja al canasto, cayendo algunos al piso. El mozo toma el que está en el piso, lo sacude, lo limpia en su ropa y lo regresa a la cestilla. La cámara corta entonces para ese mismo pan siendo servido en la mesa con una pinza de plata. Tal cual, del piso a la mesa en apenas unos pocos frames (fotogramas).


Mainden’s prayer cocktail


Ingredientes

1 dosis de gin
1 dosis de cointreau
2 cucharas (sopa) de jugo de limón
1 cuchara (té) de jugo de naranja


Preparación
Coloque todos los ingredientes en una coctelera con hielo, mezcle bien, pase por el colador y sirva en un vaso de cóctel.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario