Para atrapar al ladrón (Cath a Thief, 1955) es un thriller romántico,
basado vagamente en una novela cuya autoria pertenece a David Dodge.
Cuenta
la historia de John Robie (Cary Grant), un notable y seductor ladrón de joyas
retirado, conocido como “El Gato” (dado que huye por los techos de las casas),
que vive en Cannes, la Riviera Francesa. Y es allí donde se rueda el film.
La ciudad padece una ola de asaltos semejantes a los perpetrados
por El Gato en el pasado, lo que lleva inmediatamente a que la policía sospeche
de él.
Robie busca a su antigua banda, que bajo libertad condicional trabaja en
el restaurante de un amigo, Bertini (Charles Vanel).
El maitre del restaurante, Foussard (Jean
Martinelli) lo acusa de vivir la buena vida mientras el resto del grupo padece.
Como modo de expresar su bronca, uno de los cocineros le arroja un huevo. Al
llegar la policía detrás de información, Robie se oculta con la ayuda de
Danielle (Brigitte Auber), hija de Foussard.
El plan del “Gato” para probar su
inocencia será atrapar al ladrón con las manos en la masa. Para eso cuenta con
la ayuda del representante de la compañía de seguros de las joyas de los
habitantes y turistas de la ciudad, el inglés H. H. Hughson (John Williams).
Robie lo invita a almorzar en su casa, un
chalet sobre la parte alta de la ciudad, con una vista bellísima que da cuenta
del nivel de vida del famoso ladrón. El mismo incluye un quiche lorraine, plato típico francés con una base de crema de
leche y huevos, explicado por Robie al inglés visitante, que bien podría
tratarse de una ironía ya que fueron los ingleses los descubridores de la Côte
d'Azur.
Los primeros propietarios de la lista de Hughson son la
Sra. Jessie Stevens (Jessie Royce Landis) y su hija Francie (Grace Kelly),
quienes se hospedan en el bello y elegante Hotel Carlton, que sirvió de
locación para buena parte de la película.
Robie se acerca a ambas, y, claro, se
interesa por Francie. La joven le corresponde.
Al día siguiente las alertan sobre la presencia del
“Gato”. La Sra. Stevens, preocupada por sus joyas, apaga su cigarrillo en la
yema del huevo servido en el desayuno (otra escena con la presencia de un
huevo). Aquí debemos hacer un aparte: pese a preferir las comidas simples,
Hitchcock odiaba el huevo, detestaba ver escurrir la yema. Cierto día dijo: Los huevos me dan miedo, algo más que miedo, me repugnan. Esas cosas blancas,
redondas, sin agujeros… ¿Alguna vez has visto algo más asqueroso que la yema
rota de un huevo rebosando ese líquido amarillo? La sangre es alegre, roja.
Pero la yema del huevo es amarilla, repugnante. Nunca la he probado. Esto quizás explique porque el
mismo es utilizado de ese modo en la narrativa visual.
Luego de pasar juntos la
noche, Francie descubre que las joyas de su madre fueron robadas.
Francie,
enamorada, parte detrás de su amado y decide ayudarlo. Organiza una fiesta de
disfraces para atraer al verdadero
ladrón y atraparlo.
Para atrapar al ladrón es una película visualmente bella. Las postales de la Riviera Francesa
y las escenas nocturnas garantizaron el Oscar a la mejor fotografía.
Pese a los elementos hitchcokianos tales como el
hombre acusado de un crimen que no cometió, la fuga, etc., los mismos son
tratados muy livianamente. Parece ser que Hitchcock se divertía con una novela
plagada de connotaciones sexuales, que para huir de la censura de la época
debió utilizar metáforas como la de los fuegos artificiales la noche que Robie
y Francie pasan juntos. También chistes con doble sentido como cuando en el
pic-nic se le pregunta si prefiere pechos o muslos (de pollo, claro).
Para
Hitchcock el suspenso de Para atrapar al ladrón estaba justamente allí.
Según decía, “si el sexo es obvio por demás, se terminó el suspenso. Buscamos
mujeres de mundo, verdaderas damas que se transformarán en prostitutas en el
dormitorio.
Quiche Lorraine
Ingredientes
masa
2 tazas de harina de trigo
125g de manteca
1
pizca de sal
1
cuchara (sopa) de agua fría
relleno
1/2
taza de tocino picado
4
huevos
1
taza de crema de leche fresca
2
tazas de queso gruyere rallado bien grueso
sal
y nuez moscada a gusto
Preparación
Mezcle
con la punta de los dedos la harina con la manteca fría cortada en trozos.
Agregue
el agua y continúe mezclando la masa hasta que quede homogénea. Envuelva con
film plástico y lleve a la heladera por 15 minutos.
Pasado
ese tiempo, abra la masa con la ayuda de un palo de amasar y cubra un molde
redondo (preferentemente con fondo removible) de aproximadamente 25 cm de
diámetro. Haga agujeritos con un tenedor y lleve al horno precalentado (180ºC)
por unos 15 minutos. Luego retire y deje esfriar.
Para
el relleno coloque en tocino a freír en una sartén hasta que esté dorado. En un
bol bata los huevos, agregue la crema de leche, el queso gruyere y condimente
con sal y nuez moscada.
Vierta
sobre la masa, esparza el tocino por encima y vuelva a hornear por otros 20
minutos o hasta dorar.