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jueves, 31 de octubre de 2013

Mi secreto mi condena. Símbolos cristianos y bizcochos de aceite de oliva



             Alfred Hitchcock era católico y de niño estudió en un colegio jesuita. La religión tuvo para él gran influencia y eso se puede observar en algunos de sus películas.

            Mi secreto me condena (I confess, 1953) es un film basado en una obra francesa de 1902 llamada Nos Deux Consciences de Paul Antheime. La trama transcurre en Quebe, Canadá, y, pese al ambiente católico no se trata de la más religiosa película de Hitchcock.

            Trata acerca de la vida del Padre Michael Logan (Montgomery Clift), quien ejerce el sacerdocio en una iglesia donde trabaja el matrimonio de inmigrantes alemanes formado por Otto Keller (Oe Hasse) y Alma (Dolly Hass). Keller, además de sacristán, realiza trabajos de jardinería para vecinos de la ciudad.






          En la primera escena, en un anochecer de Quebec, la cámara recorre las calles y podemos ver, por entre una ventana abierta, un cuerpo en el piso. Enseguida se ve a un sacerdote caminando en la oscuridad. 







           Esa misma noche Keller procura al padre Logan para confesarse. En el confesionario, el empleado cuenta que había hecho un trabajo para el Sr. Villette, un abogado, y dado que éste no quería pagarle, lo terminó asesinando.

            El sacerdote, atento a la regla canónica, debe guardar el secreto de confesión. Como si no bastara conocer y tener adentro de su iglesia a un criminal sin poder denunciarlo, Logan pasa a tener su propio vía crucis interior al convertirse en sospechoso del homicidio por el testimonio de una niñas que habían visto a “un sacerdote”.






        Durante un desayuno, la señora Keller sirve a los clérigos: café, leche, manzana, cereal, pan y bizcochos. Todos alimentos sencillos y con significado cristiano. Es una escena típica del estilo de Hitchcock, donde los personajes hablan de una cosa pero hacen otra: mientras toman el café la conversación es banal, sin importancia; pero lo que se observa en todo el tiempo es la mirada aterrorizada de la señora Keller que teme que el padre Logan revele el secreto de su esposo.




Además de tener que guardar un secreto, Logan no tiene ninguna coartada. En el momento del crimen el se encontraba con su ex-novia, Ruth (Anne Baxter), actualmente casada y que lo había buscado para que la aconsejara debido a que era chantajeada por el abogado Villette, que conocía un secreto de la época en que ellos estaban juntos.







En el juicio el padre Logan termina siendo considerado inocente, pero su reputación como sacerdote está en ruinas, y a la salida del tribunal las personas agolpadas en la calle comienzan a hostilizarlo. Alma Keller no soporta la injusticia y grita que el verdadero criminal es su esposo, quien, para callarla, le dispara.







Además de los lindos paisajes de Quebec, de construcciones famosas como Chateau Frontenac, donde se filma la escena final, con una hermosa fotografía en blanco y negro, Hitchcock consiguió crear imágenes bellísimas de la “culpa”. Planos de cruz y símbolos religiosos marcando la omnipresencia de Dios.







                                      
Bizcochos de aceite de oliva





Ingredientes                                                                                                                           

400g de harina de trigo
140g de azúcar
3 huevos
100ml de aceite de oliva
1 yema
1 cuchara (sopa) de leche
azúcar para espolvorear

Preparación

Mezcle la harina, el azúcar y los huevos con el aceite hasta que la masa este homogénea.
Modele los biscochos con la mano con el formato deseado. Colóquelos en una asadera untada y enharinada. Pincele con la mezcla de yema y leche, espolvoree con el azúcar y llévelos al horno precalentado (189ºC) hasta que estén dorados.