Alfred Hitchcock nació en Inglaterra un 13 de
agosto. Para muchos un día y mes de mala suerte, malos augurios, de disgusto,
macabro. Vendría a ser el “maestro del suspenso” un predestinado? En verdad,
Hitchcock fue un gran cineasta, con un increíble sentido del humor, y que
adoraba dirigir espectadores.
Para él
una película era un juego para ser jugado de a tres: el director, el film y el
público. Eso, sumado a un profundo conocimiento técnico, hizo de él un director
conocido y respetado, responsable por imágenes que son verdaderos íconos que se
transformaron en matriz estética y fueron citadas, estudiadas, analizadas,
criticadas, imitadas y plagiadas en todo el mundo.
En
algunas de esas imágenes podemos observar la presencia de elementos del
universo gastronómico. En Psicosis, en la
clásica escena de la ducha, la chica es asesinada por un cuchillo de cocina. En
Festín diabólico, los asesinos ofrecen una cena a
los familiares del muerto y lo sirven sobre el baúl donde se encuentra el
cadáver. Todo esto sin dejar de lado la inversión de la cadena alimentaria en Los
pájaros.
Hitchcock
profundizó la afirmación de un empresario editorial británico que decía que
“existen cuatro temas con los cuales se puede contar para despertar el interés
del público: crimen, amor, dinero y comida”.
Y vamos
a tratar sobre eso. A lo largo de este año 2013 (¡el 13 otra vez ahí!), vamos a
degustar a Hitchcock. Despacito, por partes, una película por semana, y
participar de ese universo repleto de suspenso, comidas y, para que resulte aún
más delicioso, las recetas.
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